La grandeza de lo minúsculo

Amador Menéndez, investigador del CSIC, explica a los alumnos del Suanzes los usos de la nanotecnología

La revolución industrial del siglo XXI será la nanotecnología, la disciplina científica que consigue ver los componentes más minúsculos de la materia, como los átomos, y conseguir manipularlos. Así lo aseguró ayer Amador Menéndez Fernández, profesor de Secundaria, que actualmente está trabajando en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), antes de explicar a los alumnos de 4.º de ESO del Instituto Juan Antonio Suanzes los secretos de lo más pequeño en una charla que llevó por título «Viaje al nanocosmos: cruzando la barrera de lo invisible y lo manipulable».

«A través de la nanotecnología se pueden conseguir materiales a la carta con fascinantes propiedades; como, por ejemplo, los nanotubos, las fibras más resistentes conocidas que se utilizan, por ejemplo, en la fabricación de prótesis o en diversas líneas de investigación que desarrolla la NASA», explicó Menéndez. El profesor señaló que la agencia espacial estadounidense intenta hacer realidad con esta tecnología un ascensor espacial que permita ascender, en un futuro, a una hipotética «ciudad flotante» situada a 36.000 kilómetros de altura. «El cable para ascender estará tejido a base de nanotubos», dijo el profesor.

Pero la nanotecnología no sólo tiene cabida en el mundo aerospacial, sino también en otros campos, como la medicina, la energía y la computación. «En medicina esta técnica también es muy importante tanto en la cura de enfermedades como en el diagnóstico eficaz y preciso», señaló. Así, según explicó Menéndez, actualmente se está ensayando con nanopartículas que son capaces de detectar células cancerígenas y destruirlas «con suma precisión» dejando intactas las sanas.

Esos experimentos se están llevando a cabo con ratones. «Se construye una especie de sensor químico que es capaz de diferenciar las sanas de las malas. Será una revolución ya que los métodos que ahora se aplican, como la quimioterapia, no discriminan entre unas y otras células y producen drásticos efectos secundarios en los pacientes», señaló el investigador del CSIC.

Amador Menéndez no quiso, sin embargo, precisar una fecha para la utilización de esas nanopartículas en humanos ya que por el momento sólo se han analizado los beneficios en ratones, pero no sus efectos secundarios.

Otro de los campos donde se está poniendo en práctica la nanotecnología es en las energías, buscando combustibles alternativos. «Los combustibles que liberan dióxido de carbono (CO2) contaminan la atmósfera y causan el agujero de ozono. Ahora, en cambio, se puede hablar del hidrógeno como combustible del futuro porque el producto de desecho es agua y cuando se libera no contamina. El problema hasta ahora era cómo almacenar hidrógeno, ya que no existía ningún sistema útil para su conservación. Recientemente se ha descubierto que con los nanotubos de carbono se puede almacenar hidrógeno sin peligro de que se escape», explicó el profesor.

Menéndez señaló que otra de las utilidades de la nanotecnología está en la computación. Los investigadores están ensayando chips y transmisores a base de átomos, moléculas y nanotubos para conseguir fabricar ordenadores cada vez más pequeños.

«Con esta disciplina vamos a ganar en cantidad y calidad de vida. Lo bueno de la nanotecnología es que es muy interdisciplinar. Una avance, por ejemplo, en biotecnología, en ciencias de la información o en ciencias cognitivas repercute en el resto de disciplinas», apuntó.
Amador Menéndez lleva tres años trabajando en el CSIC en una investigación sobre la difracción de rayos X tratando de utilizar esta técnica para visualizar los mundos atómicos y moleculares. «Una de sus aplicaciones es el diseño racional de fármacos. Permitirá conocer con precisión cada virus, para diseñar un fármaco para combatirlo», concluyó el profesor e investigador.

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